CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 21 NÚMERO 42 | PP 45 - 69
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comienza a escribir (McLeod, 1991). Por otro lado, las actitudes menos intensas, pero más estables,
están relacionadas con la persistencia en el proceso, la predisposición hacia ciertos estilos de
escritura y la forma de abordar las críticas (Sánchez et al., 2023). Estos aspectos afectivos pueden
experimentar variaciones entre disposiciones favorables y desfavorables, con la mediación pedagógica
desempeñando un papel crucial en esta transición.
Las emociones más relevantes que inciden en el proceso de escritura, según la literatura consultada,
abarcan desde el estrés, la inseguridad, el miedo y la frustración en las etapas iniciales hasta la
conanza, seguridad, alegría y gratitud en las fases posteriores, como lo señalan McLeod (1991) y
Sánchez et al. (2023). Estas emociones inuyen de manera signicativa en el aprendizaje, ya que el
estrés y la frustración pueden obstaculizar la motivación y la creatividad, mientras que la conanza
y la alegría pueden mejorar la perseverancia y la receptividad a la retroalimentación, contribuyendo
así al desarrollo de habilidades de escritura académica.
La dimensión socioafectiva en la escritura académica comprende los procesos y cambios en la
personalidad, emociones y ámbito social de cada individuo. Desde una perspectiva sociocultural,
la interacción social determina la vida psíquica del individuo. Es decir, la comunicación familiar, el
apoyo emocional y las expectativas, tanto propias como de los otros, son factores cruciales para
su desarrollo personal y, por ende, para su proceso de escritura (Jaramillo, 2020). Esta también
se reeja en la interacción emocional y social de los estudiantes durante el proceso de escritura
(Kathpalia y Heah, 2011). Los factores afectivos y sociales enfatizan las respuestas emocionales
de los estudiantes al interactuar consigo mismos y con otros en situaciones de aprendizaje. Esto
incluye la comunicación intrapersonal, como la reexión sobre las propias fortalezas y debilidades,
así como la comunicación interpersonal, que involucra la revisión de pares y la retroalimentación
de tutores (Kathpalia y Heah, 2008). Además, la dimensión social muestra que la escritura no es
una actividad solitaria, sino que implica a otros participantes, como el lector objetivo y aquellos que
brindan apoyo en forma de compañeros y tutores.
La teoría sociocultural de Vygotsky (1986) resalta el papel de los factores sociales en el aprendizaje
colaborativo del lenguaje. Según esta, la interacción social es un elemento constitutivo de la cognición
y el desarrollo cognitivo se logra a través de la interacción social con otros. Es decir, la dimensión
socioafectiva en la escritura académica abarca tanto los aspectos emocionales como sociales,
que inuyen en el proceso y el producto de la escritura (Donnelly, 2014). En este sentido, Clarence
(2020) arma que, “cuando escribimos, ya sea en las ciencias sociales o naturales, construimos el
mundo que nos rodea y lo hacemos comprensible para nosotros mismos y para los demás” (p. 52).
La escritura, incluyendo la académica, es transformadora e inuencia aquello que somos.
Enseñanza de la escritura académica
Distinguimos la escritura académica de la escritura generalmente comprendida como toda producción
escrita dentro de contextos académicos, tanto aquella realizada por alumnos en el aprendizaje
de sus habilidades como la realizada por profesionales (Martín, 2015). Dentro de este amplio
mundo de la producción textual, encontramos una variedad de géneros informativos como son
los artículos, reseñas descriptivas, tesis o monografías; asimismo, tenemos a los ensayos como
grandes representantes dentro de esta disciplina, textos pertenecientes al tipo argumentativo. Martín