CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 20 NÚMERO 39 | PP 181 - 187
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parte de tres elementos claves que son: “hacia
dónde va el alumno, dónde se encuentra el alumno
y cómo puede alcanzar el objetivo” (párr. 1). A la
luz de esta cita, se puede notar que el proceso
de evaluación para el aprendizaje está enfocado
en el estudiante, cuestionando continuamente su
progreso y las formas en que se puede mejorar.
Por su parte, Bain y Barbera (2005) cuestiona la
forma en que se evalúa a los alumnos, destacando
que los docentes universitarios que él cataloga
como “buenos” le atribuyen un alto grado de
importancia a la evaluación y no usan la información
extraída de estos procesos para categorizar a
sus estudiantes, sino para ayudarlos a construir
aprendizajes. En este sentido, si la mayoría de los
docentes concibiera la evaluación de esta forma,
no se les haría tan difícil diversicar las estrategias
e involucrar a los estudiantes en este proceso. El
autor citado anteriormente enfatiza en la necesidad
de que en lugar de preguntarse qué nota queremos
que obtengan los estudiantes, es conveniente
preguntarse qué tipo de progresos y cambios
académicos y personales queremos ver reejados
en ellos. En consonancia con lo planteado, queda
claramente establecida la necesidad de que el
docente reexione continuamente acerca de su
práctica y con ella, los procesos de evaluación.
La autoevaluación como proceso de reexión
en los estudiantes universitarios
En los aspectos introductorios se hizo notar que en
la evaluación educativa participan diferentes actores,
de tal forma que, cuando es realizada por el mismo
estudiante se emplea el concepto de autoevaluación
para su denición. En este apartado se abordará
exclusivamente el concepto autoevaluación, con
el propósito de explicar de forma amplia en qué
consiste, cuáles son sus características y cuáles
son los benecios que ofrece a los estudiantes y
al docente.
Es evidente que, según actor que evalúa, la
evaluación más usual es la heteroevaluación, ya
que el docente asume como una de sus tareas
principales medir el rendimiento de sus estudiantes.
En este sentido, la coevaluación y la autoevaluación
se utilizan mínimamente (Salinas y Cotillas, 2007).
Esta situación se constituye en un problema, debido
a que una de las aspiraciones de la educación
es promover la autonomía del sujeto, así como
el desarrollo de su capacidad crítica y la toma
de decisiones, por esta razón, permitir que los
estudiantes veriquen sus niveles de aprendizaje
podría ser de gran provecho para el logro de estos
nes educativos.
En el caso e specíco de los estudi antes universi tarios,
nivel en el que son responsables directos de sus
aprendizajes, la reexión en torno a sus procesos
de aprendizajes por medio de su participación se
considera pertinente y necesaria. En este sentido,
Pérez (2000) expone: “uno de los efectos más
relevantes de la evaluación del aprendizaje, es su
contribución en la formación de cualidades como
la autonomía y la reexión, la responsabilidad ante
sus decisiones, la crítica, que forman parte de los
objetivos de la enseñanza universitaria” (p. 41). Es
decir, la universidad se convierte en el escenario
propicio para desarrollar en los estudiantes el
sentido de responsabilidad y la toma de conciencia
en relación con el cumplimiento de sus deberes
académicos.
En ese mismo orden, Pérez (2000) continúa
explicando la importancia de que se intercambien
los roles del evaluador entre el alumno y el docente,
en tal sentido, especica: “En el nivel superior se
reúnen las condiciones más favorables para estos
nes por las características de estos estudiantes” (p.
60). Es decir, tomando en cuenta la edad de estos
estudiantes y sus niveles de autonomía y madurez
en relación con los estudiantes de los niveles
primario y secundario, se considera que tienen el
perl ideal para asignarles la responsabilidad de
tomar participación en su evaluación y generar
una dinámica de introspección sobre sus logros
y sus oportunidades de mejora desde su propia
mirada y reexión.
Además de los benecios que ofrece a los
estudiantes la autoevaluación, en tanto que les
permite mirarse a sí mismos, reexionar y tomar
decisiones; es importante recordar que no es un
premio que se otorga a los estudiantes, sino que
es una oportunidad que les permite reorientar sus
aprendizajes, por eso los procesos de autoevaluación
deben contemplarse en el plan de clases, tomando
en cuenta los criterios y competencias que se
pretenden desarrollar en el estudiantado. Por otro
lado, es importante aclarar que el docente debe
poner al alcance de los estudiantes los criterios en
base a los cuales se realizará la autoevaluación y
socializarlos con ellos, para que de esta manera el
estudiante pueda realizar un proceso justo, objetivo
y pertinente; de tal manera que la información