CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 20 NÚMERO 39 | PP 77 - 83
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Tutorías de escritura: iniciativa pedagógica que
consiste en encuentros entre estudiante y docente
con el propósito de reexionar sobre la producción
escrita de un documento o texto (Núñez Cortés,
2020).
La raíz de esta iniciativa se vincula con el sentido de
la noción “tutela” o “cuidador”, aquel que deende,
resguarda, acoge, alberga y dirige a otro.
Etimológicamente la palabra tutoría proviene
del latín tutor, tutor-óris que signica protector y
éste, al mismo tiempo, surge del verbo tueri que
quiere decir observar o vigilar. Más en detalle
destaca el hecho de que la palabra se conforma
por la agrupación de tres núcleos que son: tueri
(sinónimo de vigilar o proteger), tor que signica
agente y el sujo ia que equivale a cualidad.
(López De Solórzano y Pérez Rodríguez, 2018,
p.45)
Así, el rol de amparar, formar y conducir hombres
eruditos de diversos saberes como la religión y
hábiles en practicar determinadas normas de
comportamiento a nivel social, fue promovido en
la antigüedad por los maestros del mundo griego
y las universidades inglesas medievales (Córdoba,
1998).
La visión evolucionada de este concepto, ligada al
ámbito académico, se comienza a gestar durante el
s. XIX y a practicar en EE. UU. “El papel del consejero
académico a manera de tutor en muchas de las
universidades norteamericanas es una muestra
de ello, y conduce a que tanto el tutor como el
estudiante, encuentren las mejores alternativas
para conseguir el más elevado nivel de formación”
(Ariza Ordóñez y Ocampo Villegas, 2005, p.34).
En el ámbito de la escritura académica, actualmente
la tutoría favorece la formación profesional al reforzar
el desarrollo de habilidades que se promueven a
partir del diálogo crítico, juicioso y horizontal. El
proceso de acompañamiento, apoyo y seguimiento
en producción textual radica en intercambiar de
modo no subordinado ideas, observaciones,
correcciones y consideraciones que mejoran
la redacción. Colombo (2016) reere que estas
instancias activas de reexión continua sobre la
elaboración de un documento permiten que el
aprendizaje adquirido por el tutorado trascienda los
conocimientos propios de la instancia y, por ello,
exista una asimilación de experiencias y estrategias
de autorregulación.
Roldán y Arenas (2016) logran reconocer tres
tipos diferentes de tutorías en redacción. Si bien,
estas presentan núcleos diversos de intervención,
todas cumplen funciones reexivo-didácticas. La
primera, denominada “centrada en el estudiante”,
se caracteriza por impulsar al alumno como el
actor principal del proceso, es decir, quien
efectúa interrogantes sobre su escrito y comenta
las indicaciones que el tutor realiza. La segunda,
“centrada en el tutor”, promueve a este como
aquella gura que maneja la circunstancia al
formular preguntas, comentar orientaciones e indicar
desaciertos de escritura. Finalmente, el tercer tipo
de tutoría, designada como “colaborativa”, apunta
a que tutor y estudiante cooperen mutuamente en
esclarecer aspectos de forma y fondo para que
tanto la producción como el razonamiento en torno
a lo que se escribe, se realicen con consciencia.
Este acompañamiento es una alternativa real y
necesaria de implementar en las IES comprendiendo
que esta funciona como un ambiente electivo
de aprendizaje. En palabras de Fernández y
Barbagallo (2017), la tutoría se conforma como un
escenario educativo en sí mismo que cuenta con
sistematicidad y presenta peculiaridades disimiles
a las que se desarrollan en una sala de clase. Así,
por ejemplo, al distinguir diversas necesidades
y requerimientos, es posible implementar tareas
heterogéneas y singulares. En este sentido, esta
estrategia fortalece el quehacer que se realiza en
las aulas en materia de pensamiento y construcción
escrita, ya que “no basta con dar solo instrucciones
y proporcionar las herramientas necesarias sino,
por el contrario, el docente debe ser un tutor del
proceso escritural del estudiante, donde asuma una
función orientadora como guía y facilitador de dicho
aprendizaje” (Goyes Morán y Klein, 2012, p. 13).
Asesorías de escritura académica: proceso
dinámico que se establece entre un estudiante y
un profesor a partir del acuerdo voluntario de dar
y recibir apoyo sistemático (Bonilla, 2006), es decir,
entregar y recibir consejos u orientaciones. En el
contexto de la producción escrita, esta mediación
se visualiza en la dirección de tesis, gestión de
proyectos de servicio social y coordinación de
prácticas profesionales.