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Ya que los estudiantes navegan permanentemente
en la red, ¿cómo podemos acercarlos a una
práctica habitual de consumo y discriminación de
la información masiva que reciben a diario a través
de las redes y otros medios comunicativos? Para
responder esta interrogante, este artículo presenta
un modelo experimental de trabajo con estudiantes
universitarios de la carrera de Periodismo, que
muestra sus hábitos de consumo informativo con
el n de generar una estrategia de alfabetización
digital para fortalecer las competencias lectoras en
la complejidad de la infoxicación. Comenzaremos
con el marco del análisis del proceso de juventudes
de primer año universitario sobre sus hábitos de
información periodística.
Marco del análisis
Diversos autores e investigadores han referenciado
la complejidad que traen las nuevas formas de
interacción comunicativa debido a la rapidez con
la que se trasmiten los mensajes; las múltiples
interacciones entre emisor y receptor; la diversidad
de canales; la especicidad del contexto y el
tiempo de la retroalimentación. Elementos que han
transformado las formas de interacción cotidiana
de la sociedad, lo cual ha generado problemas
diferentes y complejos que requieren soluciones
creativas que se generen desde políticas, debido
a que “la principal amenaza de la democracia no
es la violencia ni la corrupción o la ineciencia, sino
la simplicidad. Nadie diría que la simpleza, con ese
aire de inocente descomplicación, puede actuar
de manera tan corrosiva” (Innerarity, 2020, p. 11).
La levedad, análisis líquido, gaseoso, sin densidad
(Bauman, 2000) implica que estamos viviendo
a un ritmo vertiginoso, a ratos agobiante y cuya
paradoja es que al mismo tiempo es un momento
espectacular para las audiencias lectoras o
internautas (García, 2009). Las audiencias se han
convertido en prosumidores de contenidos propios y
rompen con prácticas de relación con las estructuras
tradicionales y, por cierto, con el consumo pasivo
y benevolente con las industrias culturales. Para
efectos del artículo resulta pertinente el concepto
del modelo comunicativo emirec de Jean Cloutier
(Aparici y García-Marín, 2018), donde el emisor y
receptor pueden ser el mismo a la vez dentro de
una situación comunicativa.
Estos contenidos digitales que se expanden en
la red son innitos y van más allá de los cambios
de formatos y plataformas que irán cambiando de
manera dinámica. La problematización sobre las
nuevas prácticas, en particular, en los hábitos de
lectura informativa de juventudes, aporta a buscar
nuevas categorías de análisis considerando la
fragilidad de los sistemas democráticos en América
Latina.
Mientras que la noción de prosumidor representa
unas relaciones verticales y jerárquicas entre las
fuerzas del mercado y los ciudadanos, el emirec
de Cloutier evoca a una relación horizontal y una
isonomía entre comunicadores profesionales y
amateurs. La prosumición presenta un sujeto
alienado e integrado en la lógica del mercado
bajo dinámicas de trabajo gratis y a partir
de la extensión del tiempo y los espacios
productivos, mientras que el emirec se dene
como un sujeto potencialmente empoderado que
establece relaciones entre iguales. La teoría del
prosumidor pretende la reproducción del modelo
económico hegemónico, buscando soluciones
desde el ámbito del marketing a los constantes
desafíos que la industria de los medios y el
entretenimiento deben afrontar en el mundo
digital. Por contra, la teoría del emirec conecta
con modelos comunicativos disruptivos que
introducen nuevas relaciones entre medios y
audiencias y el establecimiento de la lógica de la
anidad entre los participantes de la comunicación
(Aparici y García-Marín, 2018, p. 71).
Según Latour (2007) la modernidad inacabada
implicó a partir de la caída del muro de Berlín en
1989 el término de un relato comunista; y también el
relato liberal que en una primera instancia se pensó
hegemónico, sin embargo, según el sociólogo,
simplemente terminaron ambos. El relato da sentido
a la existencia de las civilizaciones, por eso en este
escenario de pérdida de relato (Harari, 2019), los
neopopulismos, las autocracias aparecen como
soluciones a los males de la crisis de representación
del sistema democrático. En esta transformación
social y en un marco de privatización de la vida
pública o el declive del hombre público (Sennet,
2011), las prácticas y formas de relacionarse con el
poder se han modicado. Los vértices tradicionales
arriba-abajo, los de arriba con poder y los de abajo
sin poder y excluidos (Sáenz, 2017), la periferia y
el centro, las estructuras sociales, rango etéreo,
se encuentran en un estado líquido. Es la ruptura
con el orden vigente.