CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 19 NÚMERO 37 | NOTAS BIBLIOGRÁFICAS | PP 157 - 159
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Notas bibliográcas
Reseña del libro
Manuel Maceiras en Santo Domingo.
La escritura científica. Wilfredo Mora
García (2020). Editora 12 de Octubre.
79 páginas.
Rafael Bello Díaz*
Univerisdad Autónoma de
Santo Domingo (UASD)
rbello@ucsd.edu.do
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* Doctor en Medicina de la UASD. Viceministro de Calidad, Evaluación y Control de la Educación en el Ministerio de Educación (MINERD). Para contactar
al autor: rbello@ucsd.du.do
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ISSN (en línea): 1814-4152 / Sitio web: http://cuaderno.pucmm.edu.do
CÓMO CITAR: Bello Díaz, R. (2022). Reseña bibliográca sobre el libro Manuel Maceiras en Santo Domingo. La escritura cientíca de Wilfredo Mora García
(2020). Cuaderno de Pedagogía Universitaria, 19 (37), 157-159.
Esta obra breve y densa, intitulada Manuel
Maceiras en Santo Domingo. La escritura
cientíca, constituye un ensayo sobre hermenéutica,
como pocos. En realidad, representa una aventura
sobre la realidad de los docentes con vocación de
practicar la investigación y de ejercer la práctica
escritural, a través de dar vida a sus notas de
cátedras, sus informes académicos, diarios,
escribir conferencias, y, más aún, publicar libros.
Es de la autoría del profesor Wilfredo Mora García,
un antropólogo e investigador de temas actuales
del hombre moderno. Desde hace unos años
que el profesor Mora García ha venido atisbando
el fuego sobre la escritura de los docentes
dominicanos para que sean reconocidos en los
medios intelectuales, partiendo de la premisa de
que el profesor universitario tiene que escribir, sin
importar la situación de la docencia que lleva a
cabo. Porque, de acuerdo al estilo posmoderno,
la escritura está íntimamente ligada a los
docentes, a la disciplina que ellos representan.
Todavía el profesor universitario no se entregue a
esos “ejercicios íntimos” de estudio, de análisis de
textos que le lleve a construir coherencias de la
realidad, todavía no recurra de forma consciente
y voluntaria a la elaboración de resúmenes con
nes de investigación, de publicación, la labor
de la enseñanza universitaria le ha de generar
conocimientos especializados que trasponen el
primer docente en el investigador constructor de
hipótesis deductivas y generales. Aun cuando
enseñar tiene el aspecto de dogma, el tiempo
de la investigación está empezando a cambiar
esa práctica y el maestro tiene que escribir.
Pero, ¿cuándo la escritura logra adoptar eso que
puede ser interpretado como estilo posmoderno
de la docencia universitaria?, ¿cuándo se vuelve
una experiencia cotidiana, sin que constituya
una actividad sorprendente que exija explicación
o una justicación de vez en cuando? En las
labores de los seminarios de formación en los
que el autor del libro abrevó de las ideas del
profesor Manuel Maceiras, fueron muchos los
argumentos fundamentales que se plantearon
sobre la escritura para los docentes con el n
de que puedan desarrollar consciencia sobre
la necesidad volverse una referencia para su
tiempo acerca de los problemas del mundo,
aunque sea para redescubrirlos, porque, no
cabe duda que la escritura hace madurar
aquello que sabemos y debemos transmitir.
Una larga lista de pensadores posmodernistas
aparece en el libro, porque, de hecho, fueron
los modelos de escritura que se utilizaron en el
seminario sobre escritura cientíca. Se dieron cita
guras como Roland Barthes (1953), autor de El
grado cero de la escritura, la clave a toda clase de
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referencias y multiplicidades sobre la función de
la escritura para el escritor heterogéneo. Según
Barthes, citado en Mora (2020), la escritura es
un modo de pensar; pero, en la deformación
profesional, “el arte ante que la vida”, puede ser
un eterno e indesarmable diálogo poco fraterno
al señalar que la cuestión fundamental para la
escritura es el lenguaje. En cambio, Hans Georg
Gadamer, en su libro El arte y verdad de la
palabra (1960), nos indica “que poner de relieve el
signi cado esencial de la escritura para el lenguaje
puede comprenderse mejor en la relación de la
voz y el lenguaje; el habla y el lenguaje, es la
tríada de los fenómenos hablar, escribir y leer”.
El libro de Mora (2020) nos ofrece, además, el
testimonio de Úrsula Kroeber Le Guin, cuya obra
ha sido muy útil en la labor de escribir. Ella nos
muestra el mundo en donde lo primero que se
ve es que es una mujer, una madre, escribiendo.
En el libro Escritoras y escrituras (1992), ella
misma nos dice: “Nuestra división del trabajo
era convencional; yo era encargada de la casa,
la cocina, los niños y las novelas, porque yo lo
quería, y él era el encargado de ser un profesor,
del auto, las cuentas y el jardín, porque él quería”.
También, está la opinión de Ann Lieberman
acerca de las experiencias cotidianas docentes
que posibilitan que los profesores escriban.
Según Lieberman, en Mora (2020), es importante
para ellos la escritura, porque de esta forma están
hablando desde la realidad de su práctica, “están
escuchando su propia voz y a otros docentes”
(2013, p. 6). En el marco de una entrevista
que esta autora realizó en el Departamento de
Estudios Pedagógicos de la Universidad de Chile,
plantea las condiciones que posibilitan al docente
para la escritura, ya que el conocimiento de los
investigadores puede ser sistemático y teórico,
mientras que el conocimiento de los docentes
tiene un carácter empírico y desagregado. En
primer lugar, formar un equipo no contribuye a
que los profesores obtengan una participación
plena que permita a los docentes compartir su
propia realidad; en segundo lugar, la formación de
programas de estudio tampoco permitirá conseguir
información a través de entrevistas o historias
increíbles; luego, el conocimiento docente solo es
posible cuando el docente construye su historia de
vida de su trabajo de profesor. Lieberman (2013)
considera que “la escritura ayuda a expresar en
realidad qué es lo que se está aprendiendo y
permite conservarlo no sólo para sí, sino para
compartirlo con otros”. Como creadora del
Proyecto Nacional de Escritura, la autora enfatizó
que cuando se tiene una experiencia docente en
las aulas y esta no se escribe, se va, desaparece.
Es gracias a la escritura de Ken Bain, un
director del Center for Teaching Excellence de la
Universidad de Nueva York, que comprendimos
cómo confl uyen los aspectos que deben mejorar
los profesores cuando se enfrenten a los retos de
la enseñanza. En su obra, ¿Qué hacen los mejores
profesores universitarios? (2004), Bain se dedicó
a buscar y estudiar a los mejores profesores de
los Estados Unidos, y conmueve la síntesis del
modus operandi de estos grandes profesores que
consiguieron que sus alumnos aprendieran, pero,
además, se convirtieron para ellos en una guía,
un modelo o una infl uencia positiva para el resto
de sus vidas. De las seis cuestiones generales
que se examinan en este libro de Bain, el autor
hace énfasis en cómo preparan su docencia y qué
hacen cuando enseñan los mejores profesores
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universitarios. Y la respuesta es que el docente
se coloca en el centro de la universidad a través
de la escritura cientíca. Esta es el alma de la
hermenéutica de la docencia. Nosotros también
nos enfrentamos a problemas no muy diferentes:
qué relación tener con los estudiantes en el aula,
qué métodos de investigación podemos seguir
para enseñar y qué podemos escribir, ya sea
periodismo de investigación, narrativa histórica,
ensayos testimoniales o sobre la ciencia que
impartimos. Lo importante de todo esto es
que un docente destacado no solo enseña,
sino que impacta vidas para siempre y escribe.
Según Mora (2020), a los docentes les iría bien
el adoptar el método del diarismo como estilo de
escritura como el mejor complemento de la obra
académica de los docentes. Como resultado de
este ejercicio surge el profesor analítico, capaz
de orquestar la investigación con la transmisión
de conocimientos como base el saber. Todo esto
conlleva a un docente productor del saber, pero
que debe esforzarse mucho para traducirlo “al
lenguaje”; aunque este camino está minado por
fuertes complicaciones, nos limitaremos a exaltar
el valor del docente, de su bio-bibliografía, la
cual ha de escribirse por las propias obras. Dice
Manuel Maceiras que la fuerza del profesor está
en reunirse para producir cientícamente y ser
la referencia para la sociedad, que, en denitiva,
“quiere ver caras”, quiere tener esas referencias que
expliquen acerca de los problemas apremiantes.
La utilidad de este libro sobre Manuel Maceiras
desborda en grandes prácticas para los docentes
vinculados a la escritura: los profesores escriben
diarios y a veces son sus notas de cátedras. La
mayoría de veces no se llegan a publicar como
un manual de cátedra. Pero, según Gregorio
Marañón, un profesor que escribe un diario es
un “eminente profesor”. El diarismo sirve para
conocer los rasgos fundamentales de la biografía
de los autores, a veces gris. Pero, además, el
diario de los docentes nos revela temas sobre la
investigación, fechas sobre eventos académicos,
en n, operaciones sumamente instructivas en
el empirismo de la gente. Es indudable que el
diario de un docente podría mostrar también el
efecto que tienen sus cátedras a nivel de país. De
todos modos, el diario no es la obra de nuestros
catedráticos, no es su matrimonio con la ciencia que
practican, es solo la representación de sus ideas y
de las conciencias de sus estudios documentados.
El título del libro surgió de un artículo sobre el
profesor Manuel Maceiras que lleva el mismo
nombre del libro y que luego se prolongó durante
largas semanas de conversación entre el autor y
el conferencista a través de los correos digitales
a partir del año 2015. Según Mora (2020), el
profesor Manuel Maceiras Faán es uno de los
pocos lósofos vivos que hacen de la docencia
una actividad muy querida y llena de entusiasmo.
El recorrido de la obra ha sido posible para
el autor gracias a los cursos de formación
humanísticas y losócas, especialmente, sobre
las “implicaciones y responsabilidades cientícas
e institucionales del profesor en la universidad
actual”. La esencia principal de esta obra es la
galería de autores que ofrece y las cátedras
del profesor Maceiras con el n de que los
docentes universitarios cultivemos la escritura
y nos dediquemos a publicar. En conclusión y
de acuerdo con el lósofo: “si somos docentes,
tenemos la obligación de escribir”; “todos los
profesores somos escritores, intelectuales, y si no
tenemos la posibilidad de escribir tesis doctorales,
eso no implica que no escribimos artículos”.
Referencias bibliográcas
Maceiras, M. (2007). La experiencia como
argumento. Editorial Síntesis.
Bain, K. (2007). ¿Qué hacen los mejores
profesores universitarios? PUV
Barthes, R. (1953). El grado cero de la escritura.
Siglo XXI Editores
Gadamer, H. (1993). Arte y verdad de la palabra.
Editorial Paidós.
Le guin, Ú. (1992). Escritoras y escrituras. Editora
Feminaria.
Lieberman, A. (2013). Entrevista sobre la
experiencia de escribir de los profesores.
Revista Docencia. Universidad de Chile,
Santiago: Departamento de Estudios
Pedagógicos (DEP).