CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 19 NÚMERO 37 | PP 99 - 114
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actitudinal, desarrolla aprendizajes signicativos
por medio de estrategias de interacción,
participación, argumentación y la colaboración.
La enseñanza reexiva del docente puede ser
adaptativa, con utilización de estrategias de
interacción social, encaminadas a facultar en
el estudiante la autonomía y la organización de
la información (metacognición). El andamiaje
producido por el apoyo y la construcción de
conocimiento con el otro, permite generar una
motivación intrínseca a través de la facilitación
y orientación del aprendizaje por parte del
docente (Padilla et al., 2014, p. 277).
Ello implica una evolución desde el concepto de
aprendizaje signicativo (basado en su carácter no
arbitrario y su no literalidad, según Ausubel, 2002),
ya que no se trata de una realidad intrapersonal
o psicológica, sino que la intención es que el
estudiante utilice el conocimiento construido. “Las
tecnologías de la información y comunicación en
la educación superior representan los nuevos
entornos de aprendizaje y, por su impacto en la
educación, son desarrolladoras de competencias
necesarias para el aprendizaje y generadoras de
habilidades para la vida” (García et al., 2017, p.
3). En igual dirección, se expresan Villa y Poblete:
Una parte importante de la innovación
pedagógica se apoya en el uso didáctico y
pedagógico de estas tecnologías tanto por
parte del profesorado como de sus alumnos.
Esta utilización ayuda a crear nuevos espacios
virtuales que favorecen la autonomía de alumnos
y multiplican las posibilidades educativas de
interacción y creación (2007, p. 12).
Los planteamientos anteriores evidencian la clara
vinculación entre el aula invertida, el TPACK, las TAC
y el empoderamiento estudiantil, imprescindible
tanto para el aprendizaje signicativo y autónomo
como para el desarrollo de las competencias. “El
enfoque de formación basado en competencias
implica que el aprendizaje comienza a ser el centro
de la educación, más que la enseñanza” (Tobón,
2006, p. 14). Se trata, en síntesis, de que cada
estudiante trabaje, antes de la clase, los contenidos
conceptuales (mediante documentos pertinentes,
preferiblemente con recursos que le permitan una
evaluación). Aquí sería importante destacar que, si
deben realizar una actividad con una herramienta
especíca, su docente les provea no solo de la
misma, sino que los oriente sobre su uso eciente.
En el aula, se debe trabajar con actividades de
aplicación y de aprendizaje, con su respectiva
evaluación formativa y acompañamiento. Los
docentes son realmente guías:
Otra recomendación es la de crear nuevos
entornos pedagógicos, que van desde los
servicios de educación a distancia hasta
los establecimientos y sistemas virtuales de
enseñanza superior, capaces de establecer
sistemas de educación de alta calidad,
favoreciendo el progreso social, económico,
la sostenibilidad, así como otras prioridades
sociales importantes. Además, la gura
del maestro será ahora la del facilitador del
aprendizaje (García et al., 2017, p. 303).
Todo lo anterior favorece la evolución de las
tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) a las tecnologías para el aprendizaje y la
comunicación (TAC). Al respecto, González
et al. (2020) plantean que la tecnología se ha
convertido en un recurso primordial en el aula.
Y destacan que este avance, es decir, utilizar
tecnología especícamente educativa, favorece
la implementación de metodologías activas en el
aula. La cita precedente cobra mayor relevancia
en el contexto de la pandemia, en el cual se hizo
necesaria la migración de todo el sistema educativo
hacia plataformas digitales. De ahí que, el uso de
herramientas propias del ámbito académico haya
producido una especialización de la tecnología,
tanto por parte de docentes como de estudiantes.
En ese sentido, por ejemplo, en las matemáticas,
ya no solo se trata de utilizar herramientas de
presentación como Power Point, sino de aprovechar
los benecios que ofrecen programas o aplicaciones
propias del área, como Geogebra.
Y, en adición, se ha llegado a destacar que este
proceso tampoco se detiene en las TAC, sino
que sigue desarrollándose: “A partir de estas
mediaciones tecnológicas (TAC), la escuela
promueve en los estudiantes una postura de crítica
y análisis, constructiva y responsable, difundidas
o socializadas mediante las TEP, a saber, las
tecnologías de empoderamiento y participación”
(Latorre et al., 2018, p. 37).