CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 19 NÚMERO 37 | PP 47 - 59
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por la investigación social canónica11. Y si los
responsables de elaborar conocimiento se colocan
a la zaga de los cambios realmente existentes, mal
podríamos posicionarnos en la educación en pro
de la transformación social integral.
Observo tangencias en sus ríos de expresión,
sus procesos de construcción del conocimiento
y de reelaboración permanente de las identidades
epistémicas que persiguen. Ello les hermana
en problemas, valladares, retos y posibilidades.
Coincido con Sosa Elízaga (2005) cuando
sostiene que “…replantear, reconstruir los
instrumentos y métodos del conocimiento con
ese dimensionamiento del tiempo y el espacio,
de sujetos y territorios, es, indudablemente, un
reto contemporáneo formidable para los Estudios
Latinoamericanos”. Los reclamos de pertinencia
de la educación general, sostenemos por nuestra
parte, atraviesan por desafíos similares.
Las posibilidades analíticas de estas convergencias
entre los estudios regionales y los estudios
generales constituyen un tema aporético en sí
mismo; hilos que se desprenden de este texto,
pero cuyo tratamiento tengo que dejar en el tintero
por el momento. (v.g. el posicionamiento ante las
disciplinas: multi, inter o trans; la integración del
conocimiento: aditiva o sinérgica; espontánea o
por diseño; el sentido y la cualicación sobre las
fuentes del saber).
La propia enunciación de ‘Latinoamérica’ está sobre
el tapete de la honestidad académica. Enunciamos
Abya Yala12 desde la convicción que ello implica por
la toma de postura, el decantamiento de nuestros
criterios axiológicos y la transparencia en cuanto
al poliálogo13 se reere. Parte de los problemas de
nuestras batallas socio-genéticas- tanto en el ámbito
académico como en los entramados sociopolíticos
macroscópicos que le cobijan- tienen que ver con
el inexorable hecho avasallador de haber aceptado
los términos de la conversación impuestos por las
redes y el concierto de cánones hegemónicos que
se entablan entre sí. Por ello, aunque conscientes
de que el mero empleo de la categoría no implica
la incorporación de sus valencias, como acto
armativo estamos sustituyendo las voces, América
Latina, Hispanoamérica, entre otras, con el mismo
radical eurocéntrico. Preferiremos por mucho, la
musicalísima Abya Yala.
Lo mismo puede señalarse en torno al pensamiento
sobre la dimensión educativa. Paulatinamente,
nuestras investigaciones han ido develando el mapa
conceptual, y estamos en posición de armar que
uno de los terrenos en donde puede observarse
con nitidez la colonialidad del saber y su vocación
de arrope es en la educación general. Al estudiar
los años cincuenta en la FEG, la unanimidad en la
reverencia pasmosa ante el canon, el binarismo
maniqueo (polaridades excluyentes que privilegian la
contraposición entre el “bien” y el “mal”) de la guerra
fría elevado a propuestas teóricas y académicas,
la reicación de las grandes obras, la occidentosis
curricular y la experimentación posible, siempre
dentro de la “caja”, revelan- a nuestro modo de
ver- el despliegue de una contundente cartografía
de colonialidad.
Tenemos en nuestro horizonte de trabajo la
posibilidad de reconocer y estudiar la importancia
de epistemologías otras (caribeñas, africanas,
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11 Sosa op cit p. 148.
12 Como hemos esbozado, estaremos apalabrando la voz, Abya Yala- el concepto testimonio del pueblo Kuna en la hoy Panamá- para referirnos a Lati-
noamérica. No obstante a que algunos académicos ya habían utilizado la expresión ABYA YALA en contraposición a la designación consagrada de
América, la primera vez que la expresión fue explícitamente usada con sentido político fue en la II Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades
Indígenas de ABYA YALA, realizada en Quito en 2004. En rigor, fue en la III Cumbre Continental de los Pueblos y Nacionalidades Indígenas de ABYA
YALA, realizada en Guatemala cuando por vez primera se convocan como ABYA YALA. También resuelven constituir una Coordinación Continental de las
Nacionalidades y Pueblos Indígenas de ABYA YALA “como espacio permanente de enlace e intercambio, donde converjan experiencias y propuestas,
para que juntos enfrentemos las políticas de globalización neoliberal y luchar por la liberación denitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra,
del territorio, del agua y de todo patrimonio natural para vivir bien”. Paulatinamente, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originar-
ios, el nombre América va siendo sustituido por ABYA YALA, “indicando así no apenas otro nombre, sino también la presencia de otro sujeto enunciador
del discurso, hasta aquí callado y subalternizado en términos políticos: los pueblos originarios”. Información derivada de: Cronicasinmal.blogspot, en:
metiendoruido.com/recuperado el 12 de enero de 2017. Hoy día, el concepto, Abya Yala denota una convicción y un posicionamiento decolonial hacia
el buen vivir y otros paradigmas de transformación social y epistémica.
13 El concepto se ha empleado en la corriente que vincula a Piaget con Vigosky y Freire, es decir, en las regiones del pensamiento constructivista y la peda-
gogía de la liberación. (Hatano 1993). Más recientemente, Manuel Arias Maldonado, enunciando desde el paradigma del antropoceno, utiliza el concepto
en el sentido de la explosión tecnológica y mediática en sus múltiples repercusiones de comunicación social. “Si tenía sentido hablar de un diálogo entre
los medios tradicionales y sus consumidores, ahora nos encontramos con un “poliálogo” donde las conversaciones se entrecruzan y solapan, pero
también discurren por caminos paralelos sin converger jamás”. Ver Internet contra la democracia, En Eurozine , (5 de octubre 2017)