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mismo estado de ánimo que empezaba a podrir
al país” (p.267).
A partir de las lecturas del escritor colombiano
desde una perspectiva crítica, la sesión de clase
se convierte en una posibilidad para deconstruir
los discursos bélicos y hegemónicos que han
permeado la historia de Colombia y que han sido
retratados por la literatura. Se permite reexionar
en torno a la experiencia y la expresión cotidiana
de los estudiantes, en una sinergia con la literatura
y el arte, en la búsqueda de nuevas deniciones
del conicto social. Así mismo, se hace posible
comprender la obra garcíamarquiana con la
develación de su proyecto para la construcción
de la paz, no solo en el país cafetero, sino en
una visión latinoamericana. En el lirismo de su
discurso de entrega del nobel (1982):
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y
el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni
los diluvios ni las pestes ni las hambrunas ni
los cataclismos ni siquiera las guerras eternas
a través de los siglos y los siglos ha conseguido
reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte.
Una ventaja que aumenta y se acelera: cada
año hay 74 millones más de nacimientos que
de defunciones, una cantidad de vivos nuevos
como para aumentar siete veces cada año la
población de Nueva York. La mayoría de ellos
nace en los países con menos recursos, y entre
éstos, por supuesto, los de América Latina. En
cambio, los países más prósperos han logrado
acumular suciente poder de destrucción como
para aniquilar cien veces no sólo a todos los
seres humanos que han existido hasta hoy, sino
la totalidad de los seres vivos que han pasado.
Tener una visión crítica lograda de lo
latinoamericano y de lo nacional contribuye a la
dignidad del maestro como sujeto, dado que nos
pone ante un escenario de reexión, sobre todo,
en el aula de clase, en donde las manifestaciones
artísticas nos permiten un acercamiento profundo
a la realidad, vinculando más estrechamente a la
academia con el compromiso con la paz y, aún
más, entendiéndola como un proyecto de unión
y de paz. Los diálogos, la narrativa y el cine
usados como recursos y estrategias didácticas
les permiten ver a los estudiantes cómo, a
través de la cotidianidad, los colombianos nos
podemos comprometer con acciones sencillas
de reconciliación. Las posibilidades de discernir
las ideas nos permitirán la entrada a un
pensamiento crítico. En palabras del profesor
Bermeo (2015), podría esbozarse que la escuela
y las universidades como territorios de paz
permiten una movilización pedagógica, política
social y ética que siembra y abona la esperanza
y el pensamiento crítico en la niñez y en la
juventud, en la construcción participativa de los
movimientos sociales y políticos. Una escuela y
una academia que estén dispuestas a aprender
de las historias de la vida de las gentes, de sus
estudiantes y de los pueblos, que el conocimiento
no sea un instrumento de clasicación social,
sino la comprensión transformadora y solidaria
de nuestras experiencias para superar los
miedos y decidirse a cambiar.
Esta reexión conjunta nos conduce a través del
diálogo con los estudiantes a la pregunta sobre
el papel de la educación en la construcción de
la paz y su consecuente conceptualización, y,
por consiguiente, al papel de la planicación
curricular en el desarrollo de la memoria colectiva,
la participación ciudadana y el reconocimiento
del otro. Estas inquietudes se fundamentan
en la importancia del autocuidado como un
escenario de encuentro y reconocimiento de
nuestras diferencias en la generación de nuevos
aprendizajes alrededor de la responsabilidad y
la dignicación de la vida.
A propósito, Santizo (2019) sostiene que
la educación se relaciona con la memoria
histórica, pues esta última representa una
posibilidad para hacer frente a las políticas de
olvido e impunidad, pero, además, lo que es
más importante, porque permite recordar las
experiencias que nos conguran como seres
humanos y que nos aportan ciertas formas de
libertad; en suma, la educación y la memoria
histórica permiten comprender nuestro propio
rol en la construcción de paz. En el mismo
sentido, Albán y Rosero (2016) destacan el
papel de la educación como “fundamental
para la transformación de paradigmas en torno
desarrollo y la naturaleza”. (p. 27). En efecto, esta
mirada curricular nos permite en las sesiones de
clase enlazar la narrativa de García Márquez, en
diversos fragmentos de su obra que aluden a la
consolidación en el discurso de un nuevo país,
que posibilita un enlace entre la narrativa con
los estudios generales, las clases de Historia,
las clases de periodismo, las clases de Sociales.
Al integrar algunas áreas del saber, se alude al
aprendizaje de un conocimiento transversal y
humano en contexto.
Enlazar la narrativa con elementos del currículo,
por ejemplo, con los Estudios Generales, las
clases de Historia, las clases de Periodismo, las
clases de Lengua, etc. El mismo autor critica las
formas de gobierno en el ámbito político, social,
cultural y educativo. De hecho, el narrador
colombiano apuesta por una educación de la cuna
hasta la tumba en la que cada connacional tenga
CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA / vol.18 número 35 / PP 107-121