CUADERNO DE PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA | VOL. 17 NÚMERO 33 | ARTÍCULOS CIENTÍFICOS | PP 29 - 43
31
se trata de alteraciones derivadas de la selección,
incorporación y uso de recursos tecnológicos; de
cambios en los enfoques y modelos didácticos
desde los que se tiende a pensar otras formas
de interacción con el conocimiento, o bien, de
cambios en las concepciones docentes, es decir,
en las presunciones bajo las cuales subyacen
ciertas teorías sobre la enseñanza que coadyuvan
a justicar y delimitar el empleo de la tecnología.
En los siguientes apartados trazamos una breve
descripción del encuadre teórico en que se inscribe
el estudio que hemos realizado, sus objetivos, los
fundamentos y las particulares características de
su diseño metodológico, y una síntesis global de
los principales resultados obtenidos de la evidencia
empírica analizada, así como también, algunas
conclusiones que invitan a pensar nuevas formas de
integrar la tecnología a las prácticas de enseñanza
en la formación inicial del profesorado.
Encuadre teórico de la investigación
En las últimas décadas, la progresiva incorporación
de las TIC en el contexto educativo ha ido
imponiéndose en el discurso político y en el
imaginario social como un indicador de innovación
y mejora de la formación y el desarrollo profesional
docente. En la mayoría de los países de la región
las administraciones educativas han desplegado
políticas orientadas a incentivar el desarrollo de
prácticas de enseñanza sustentadas en el uso de
tecnologías digitales, a n de propiciar los cambios
demandados por la sociedad del conocimiento.
Tales esfuerzos, sin embargo, parecen haber
resultado insucientes para lograr que las TIC
se conguren como herramientas cotidianas del
trabajo escolar, al punto que cabe preguntarse,
como señalan Vaillant y Marcelo (2015), “¿Por
qué después de miles de acciones formativas que
las distintas instituciones de formación continua
de docentes han venido desarrollando (…) nos
seguimos encontrando con el hecho de que el
docente integra poco las tecnologías en sus
procesos de enseñanza?” (p. 157).
Conforme revelan algunos estudios sobre las
concepciones de los docentes en relación al uso
de las TIC (Arancibia, Casanova y Soto, 2016; Báez
y García, 2016), resulta paradójico que pese al
discurso favorable que prima en general entre el
profesorado respecto a los benecios que aporta la
incorporación de la tecnología en la enseñanza, no
se observe una signicativa transformación de sus
prácticas. Ello podría obedecer, entre otras razones,
a que las estructuras de pensamiento de muchos
docentes continúan ancladas en paradigmas
tradicionales, lo que hace que una innovación,
como podría suponer el aprovechamiento de las TIC
para la renovación de los métodos de enseñanza,
termine siendo penosamente absorbida por
arraigados modelos reproductores de prácticas
que no responden a los nuevos enfoques de la
didáctica disciplinar.
Un aspecto poco visible, pero de singular
importancia para lograr un uso eciente e innovador
de las TIC en las prácticas de enseñanza, es el
referido al conocimiento profesional docente, es
decir, a los saberes, las habilidades y concepciones
que van conformándose en el tránsito por la
formación inicial y que se ven convalidadas en
las experiencias generadas en el ejercicio de la
profesión. La incorporación con sentido pedagógico
de TIC (Dussel, 2015) depende, en gran medida,
de las creencias y teorías implícitas que posee el
profesorado sobre la enseñanza (Ertmer, 2005),
derivadas de su formación, su experiencia y de la
cultura institucional (Carbonell, 2006; Webb y Cox,
2004). Por ende, un elemento clave que facilita o
diculta la implicación de los docentes en proyectos
de innovación con tecnologías es la compatibilidad
entre sus creencias pedagógicas y la tecnología
(Marcelo, 2013; Vaillant y Marcelo, 2015).
Hoy en día el uso de TIC con sentido pedagógico
se ha convertido en uno de los mayores retos para
los docentes, debido a las decisiones que deben
tomar con respecto a cómo, cuándo, por qué y para
qué integrarlas en la construcción del conocimiento.
Un claro ejemplo de esta situación se plantea en la
enseñanza de conceptos históricos que detentan
un alto grado de abstracción, lo que demanda,
además del saber pedagógico y disciplinar, el
conocimiento tecno-pedagógico del contenido
(Koehler, Mishra y Cain, 2015). Esto signica, que
no es suciente con que los profesores posean
conocimientos sobre informática, sepan navegar
por Internet, o utilizar distintos programas de
productividad, puesto que tales habilidades les
permitirán “(…) aprovechar las TIC de manera básica