54 • ARTÍCULOS CIENTÍFICOS
«Perspectivas de la escritura académica en la universidad: causas, problemáticas y propuestas». Perla Hermosillo Núñez y Paulo Verdín Padilla.
Cuaderno de Pedagogía Universitaria
Vol. 16 / no. 31 / enro-junio 2019 / República Dominicana / PUCMM / ISSN 1814-4152 (en línea) / pp. 41-57
como el complicado proceso de los sujetos para ingresar
en ese ámbito y desempañarse con éxito en él, lo cual
se lleva a cabo de diversas maneras, según el contexto
educativo donde los agentes se encuentren inmersos.
La concepción de enseñanza en este estudio se
centra en la premisa de que el proceso de desarrollo
psicológico individual no es autónomo únicamente de
procesos socioculturales ni de procesos educacionales,
sino que también está relacionado con la apropiación
de instrumentos de mediación cultural, por ejemplo,
la escritura, los cuales son obtenidos por el sujeto
mediante las relaciones sociales y su participación
en actividades prácticas (Hernández Rojas, 1998).
Por ello, Ruiz Carrillo y Estrevel (2010) arman que la
enseñanza desde el enfoque sociocultural es el ajuste a
demandas cognitivas particulares y al dominio gradual
de instrumentos de medición.
De acuerdo con lo anterior, en la universidad donde se
llevó a cabo este estudio, las formas de enseñanza-
aprendizaje de la escritura académica muestran
recurrencias con respecto a la concepción de maestro
y alumno: el primero se considera un individuo que,
si bien es un experto en su área del conocimiento,
es susceptible de una constante capacitación para
adquirir las estrategias adecuadas en la enseñanza de
las prácticas mencionadas; el segundo es un individuo
que puede cumplir con los requisitos académicos o no,
según los lineamientos estipulados por la universidad.
Aunque la institución educativa incide en las prácticas
referidas mediante el establecimiento de políticas,
normatividad, formas de organización, etcétera, los datos
mostraron que en este contexto educativo la atención y
la responsabilidad recae en los profesores.
Según las respuestas analizadas, los coordinadores de
la universidad toman en cuenta la voz de los maestros,
la cual se condensó en las actas de academia, un
documento institucional, mientras que se conforman
con la opinión general de los estudiantes, resumida en
la evaluación de la materia: “insuciente”. Al parecer, no
es del interés de la institución conocer a profundidad la
opinión y propuestas de los estudiantes para resolver
las problemáticas de la enseñanza-aprendizaje de la
escritura académica, aunque son agentes fundamentales
en el proceso.
Lo anterior conlleva a que la responsabilidad del éxito
o fracaso de estas prácticas se la atribuyen a los
profesores, pues son ellos quienes deben identicar
las causas, proponer soluciones, diseñar estrategias
de enseñanza dinámicas, entre otras. Esto implica que
no todos los agentes aportan su perspectiva ante tal
problemática: profesores, alumnos e institución, por
lo cual existe una perspectiva incompleta, la cual, por
supuesto, no ha dado los resultados esperados.
De acuerdo con lo referido, la lectura y la escritura
como prácticas sociales en el aula universitaria
implican la consideración de maestros, alumnos e
institución educativa en igualdad de importancia. Los
profesores deben diseñar estrategias para motivar a
los estudiantes mediante la elección de materiales,
plataformas, dispositivos electrónicos, entre otros,
según sus posibilidades y formas de enseñar, y las
brindadas por el contexto educativo y la institución,
pero deben ser conscientes de que los estudiantes
se encuentran en constantes cambios de prácticas de
lectura y escritura a la hora de planicar sus cursos.
El papel de los estudiantes no es menor, pues su
disposición para aprender es fundamental. En la cultura
académica de la institución educativa existen prácticas
de lectura y escritura que son naturalizadas por ellos.
Cuando esas prácticas intentan ser transformadas por
los maestros, muchas veces los alumnos muestran cierto
rechazo al cambio. En consecuencia, las expectativas
de docentes y universitarios con respecto al desempeño
de estas habilidades no se equiparan. Por lo tanto, si
profesores y estudiantes aceptan que conforman una
comunidad lectora y escritora, ayudaría a la integración
de metas personales de lectura y escritura, no solo en el
aula, sino en la vida cotidiana de los sujetos de estudio,
según la disciplina en la que pretenden especializarse.
De esa manera, la evaluación sería planicada tomando
en cuenta los objetivos de la materia (COE) y las
habilidades de cada estudiante, compartidos en esa
comunidad.
Incluso, la comprensión y la producción de textos
especializados deberían llevarse a cabo de acuerdo
con la asignatura y ciclo escolar determinado, pues el
aprendizaje de reglas generales de la escritura no es
suciente para un adecuado desempeño, por lo tanto,
requiere un apoyo distinto por parte de las instituciones,
como reducir la cantidad de estudiantes por grupo y la
intervención de todos los docentes desde las diversas
asignaturas que imparten.
Las causas, las problemáticas y las soluciones con
respecto a la escritura académica deben ser identicadas
y expuestas por profesores, alumnos y universidades
en conjunto, pero, por lo general, se le atribuye más
importancia a alguno de ellos, aunque en el discurso
institucional se intente integrarlos, en consecuencia, la
voz de alguno de los tres agentes está ausente. De ese
modo, los profesores opinan y emiten juicios de valor
con respecto a las habilidades lingüísticas y cognitivas
de los estudiantes relacionados con la escritura
académica y viceversa, pero no se cuestiona ni se
reexiona acerca del papel de la universidad en este
proceso. De igual manera, las instituciones educativas
se enfocan en cumplir con los requerimientos solicitados
por el sistema educativo e intentan adaptar programas y