«Complejidad y dialogismo en los Estudios Generales: Mijail Bajtín y Edgar Morin», Gonzalo Martín de Marcos.
Cuaderno de Pedagogía Universitaria
Año
14 / N.28 / julio-diciembre 2017 / República Dominicana / PUCMM / ISSN 1814-4152 (en línea) / ISSN 1814-4144 (impresa) / pp. 28-33
30 • VENTANAS ABIERTAS A LA PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA
lo caracterizan. El primero es el principio dialógico,
“que permite mantener la dualidad en el seno de la
unidad” (2011, p. 106). El segundo es la recursividad
organizacional, para cuya explicación emplea el autor
la imagen del remolino, un hecho al mismo tiempo
productor y producido; en sus palabras: “Un proceso
recursivo es aquel en el cual los productos y los efectos
son, al mismo tiempo, causas y productores de aquello
que los produce” (Morin, 2011, p. 106). Y el tercero es
el principio hologramático, por el cual el todo está en
las partes y las partes están en el todo; ejemplos de
ellos son los fractales, cuyas partes más pequeñas
se reproducen en las más grandes; o las células,
cuya información genética explica, a otra escala, el
cuerpo entero; o la familia, que es una forma social
de organización semejante a la comunidad (Morin,
2011). Cualquiera de estos principios caracteriza a
la complejidad como un sistema abierto, proteico, en
constante adaptación y acomodación, que se opone al
paradigma de la simplicidad, según el cual se aplican
a la realidad procesos de reducción y abstracción
que tratan de hacerla comprensible mediante una
simplicación que la je, que la inmovilice.
El dialogismo de Mijail Bajtin
El dialogismo es también el principio axial del
pensamiento de Mijail Bajtín. El teórico ruso es un
pensador insoslayable para cualquier estudioso de
la Literatura, la Lingüística, la Filosofía, la Cultura. El
pensamiento de Bajtín es, en sí mismo, un emblema
de la transdisciplinariedad, porque de su formación
multidisciplinar y autodidacta salieron conceptos
omnicomprensivos, el más importante de los cuales es
el dialogismo.
El dialogismo se origina en el estudio de la poética
de Fiodor Dostoyevski. Esto no signica que se
circunscriba a la ciencia literaria, dentro de la que tiene
un papel fundamental, sino que las novelas del escritor
ruso son una base a partir de la cual reexionar sobre
el lenguaje, la cultura o la ética. En otras palabras,
Bajtín no es solo un pensador sobre la Literatura sino,
notablemente, un pensador desde la Literatura.
Entiéndase el dialogismo como una relación irreductible
e insoluble entre dos elementos. Una relación entre dos
extremos que no se absorberán ni subsumirán nunca
uno en el otro. A diferencia del pensamiento monológico
del idealismo alemán—que Bajtín conocía bien—,
el dialogismo cree en un mundo de contrarios, en un
mundo de distintos, en un mundo de complementarios.
Frente a la dialéctica hegeliana, que reduce dos
contrarios a un tercero que los sintetiza (tesis-antítesis-
síntesis), el dialogismo se queda en la misma tensión
constante que caracteriza a la complejidad. Una tensión
en la que se confrontarán, sin n y entre sí, aquellos
contrarios, esos distintos, estos complementarios.
Dado que el dialogismo parte de los Estudios Literarios
se comprenderá bien a partir de la literatura. En una
novela caracterizada por el dialogismo el narrador no
impone su autoridad sobre las voces de los personajes,
sino que estos conservan su independencia. Para Bajtín
(2003), la realización plena del dialogismo es la novela
polifónica de Fiodor Dostoyevski. Los personajes de
Dostoyevski—dice Bajtín (2003ª)—“no son esclavos
carentes de voz propia (…), sino personas libres,
capaces de enfrentarse con su creador, de no estar de
acuerdo con él y hasta de oponérsele” (p. 14). Es preciso
insistir en que Bajtín (2003ª) es un estudioso de la
literatura, cuyas ideas alcanzan un vuelo trans-literario.
Es que las relaciones dialógicas representan un
fenómeno mucho más extenso que las relaciones
entre las réplicas de un diálogo estructuralmente
expresado, son un fenómeno casi universal que
penetra todo el discurso humano y todos los nexos
y manifestaciones de la vida humana en general,
todo aquello que posee sentido y signicado (p. 67).
Por eso, parece legítimo extrapolar el dialogismo a
los dominios de la ética, en que el otro, que no soy
yo, no se me someterá. Dice Bajtín (2003ª): “En cada
novela se representa una contraposición de muchas
conciencias no neutralizadas dialécticamente, no
fundidas en la unidad del espíritu” (p. 45). Es aquí
inevitable la mención de otro pensador, Emmanuel
Lévinas (1995), para quien, en el pensamiento
occidental, la hegemonía de la ontología ha tenido
consecuencias para la relación entre el Mismo y el
Otro: “Para la tradición losóca, los conictos entre el
Mismo y lo Otro se resuelven por la teoría en la que
lo Otro se reduce al Mismo” (p. 71). El pensamiento
de Lévinas es sobre todo una rehabilitación del Otro,
que es totalmente otro, poseedor de una libertad
inalienable, tal como entiende Bajtín los personajes
de las novelas de Dostoyevski. El dialogismo de Bajtín
coincide con la alteridad de Lévinas (1995) en evitar
que el Mismo prive de alteridad al Otro (p. 62), para que
entre los dos se preserve una sociedad de igualdad en
la diferencia, una relación ética, terrestre (democrática).
El dialogismo de Bajtín (2003ª) es, así, una postura
ética que asume la diferencia, y que, aunque no lo diga
expresamente, nutre ideológicamente la democracia
liberal-burguesa (Sartori, 2003), que no masica ni